Los espiritus que viven entre nosotros

Como cada noche, después de pasar la tarde con mi novio, éste me lleva a casa en su coche.

Una vez como cualquier otra, un poco más tarde de las dos de la madrugada, me acerca a casa tras pasar una velada de cena y pelis con unos amigos.

Al doblar la esquina con el coche, la calle donde vivo destaca por lo solitaria y fría que es a esas horas. No se oye ningún sonido, salvo el viento que amenaza lluvia desde hace unos días.

Pero algo si capta nuestra atención, aunque no es alarmante. Unos jóvenes está de pie junto a mi portal. Es algo bastante habitual, pues en mi mismo bloque vive gente joven que suele pasar el rato con sus amigos sentados en los escalones, se despiden de sus parejas o simplemente van y vienen, entrando y saliendo de mi mismo portal. Y aunque es tarde para que ellos estén ahí... también lo es para mí ¿no?

Mi novio reduce la velocidad al acercarse a mi portal. Al quedar un par de metros a la entrada de mi casa ya no puedo ver a los jóvenes que allí estaban. Mi primera reacción, sin pensarlo ni dudarlo, fue decirlo en voz alta:

- ¿Dónde se han metido esos dos?

Mi novio finalmente frenó el coche y mirando a mi portal me contestó:

- ¡ Ahí están! Detrás de ese coche estacionado frente a tu puerta.

- Pues yo no los veo. - contesté un poco asustada.

- Eso es porque está el coche delante.

Y se despidió de mí, animándome a salir para que comprobara por mi misma que los chicos estaban ahí claramente. Yo no quería salir e insistía en que no veía a nadie. Pero ante la porfía entre mi novio y yo, decidí abrir la puerta del coche y comprobar más claramente si mis ojos me engañaban.

Salí del coche y sin cerrar la puerta aun, comprobé que tras el coche estacionado no se veía a nadie. Entonces mi novio me dio la razón. Él tampoco los podía verlos.

Ninguno de los dos habíamos apartado la vista de la entrada de mi casa, nadie había entrado o salido del portal, la calle seguía vacía y solitaria en ambas direcciones... sin embargo, las dos personas que ahí estaban ya no se podía ver.

Mi novio me preguntaba:

-¿ Tú los ves ahora?

- Desde aquí no.

- Yo creo que están tras el coche estacionado, asómate.

- Me da miedo.

Pero aun así me animó a asomarme, pues decía que no pasaba nada, que él estaba ahí conmigo. Me armé de valor y me acerqué al coche estacionado, girando a su alrededor hacia el portal de mi casa.

- ¡Aquí no hay nadie! ¡Ves! ¡Te lo dije! ¡Han desaparecido! - Dije histérica agitando los brazos en el lugar donde estaban los dos jóvenes hacía apenas un minuto.

Mi novio asomado a la ventanilla del coche parecía incrédulo:

- ¿Pero eso como va a ser si hasta hace un segundo yo los veía ahí?

- Pues es.

- Sube a tu casa ya, no te quedes ahí.

- Me da miedo.  ><

- Sube que yo me quedo aquí hasta que entres en tu casa.

Asentí y miré a ambos lados de la calle, buscando a esas dos personas... deseando hallar una explicación. Al no encontrar nada salvo el silencio de la madrugada, nerviosa saqué las llaves de mi bolso y abrí el portal. Encendí la luz de las escaleras y subí a toda prisa hasta mi casa. Antes de entrar dije adiós a mi novio con la mano, en señal de despedida y de "he llegado bien"....... y cerré la puerta de mi casa con llave, como si aquello que acababa de ver aparecer y desaparecer en el portal de la calle no pudiera entrar a mi casa porque yo había cerrado con llave.