martes, 2 de marzo de 2010

ELLOS ME COMERAN (capitulo 3)

Bueno, hace 1000 que nos subía nada de "Ellos me comerán"
pero, poco a poco subiré todos los capítulos.
Hace ya más de un año que la escribí...
y estuvo bastante tiempo on line,
pronto volverá estar para todo aquel
que quiera leer la historia de Laila y Szayel.
Este capítulo es bastante light (no sale el prota)
pero hay que leerlo para continuar con la trama, además...
el capítulo 4 es uno de mis favoritos ^^
Capitulo 3: Sucios Negocios
A la mañana siguiente mi nana entró en la habitación como una posesa, gritando a diestro y siniestro que me levantara ya de la cama… que debía de estar en pie desde hacía horas. Al preguntar… eran las 12, del sobresalto me incorporé.
- ¡Valla! Me quedé dormida. - Fui a ponerme en pie, pero al apoyar los pies en el suelo nuevamente el tobillo izquierdo crujió cediendo al peso de mi cuerpo, por lo que nuevamente caí y me quede sentada en la cama. En ese momento recordé toda la noche anterior, pero como era mi gran secreto me limité a sonreír para mi misma.
- ¡Venga señorita! ¿A qué está esperando? Tenemos muchísima prisa, debe arreglarse rápido y bajar a la sala de té, su tío John la está esperando. - Miré sorprendida a mi nana, ella sólo ladeo la cabeza. ¡El tío John visitándome!… verdaderamente no ha perdido el tiempo, sólo hace 24 horas del funeral de mi padre y ya está buitreando sobre su fortuna.
Le dije a mi nana que me ayudara que me dolía muchísimo el pie, al preguntarme por qué, sólo pude poner la excusa de que durante la noche, me levanté a por un vaso de agua y a oscuras por los pasillos me caí. Varias veces le pregunté, ¿No me oyó? ¿De verdad que no escuchó el golpe? Y evidentemente ella no oyó nada y lo achacó a su avanzada edad y un sueño profundo.
En pocos minutos hice mi entrada en la sala de té, con triste y sobria apariencia enlutada y pañuelo en mano. Mi tío se levantó para recibirme. Al ver mi cojera no dudó en preguntar. Volví a narrar la misma historia que a mi dulce nana, hizo un gesto extraño con la cara y me dijo que era típica la debilidad en las mujeres de mi familia. Siempre achacó todas mis acciones patosas e incluso la muerte de mi madre a esa debilidad familiar. Me pidió que me sentara rápido debido a mi estado y una vez todos colocados donde debíamos me miró a la cara muy serio y comenzó a hablar:
- He venido hasta aquí y en momentos tan difíciles para ti, sobrina, para brindarte mi apoyo y mi ayuda. - Era previsible.
- Gracias tío John.
- Voy a serte franco, vengo ha hablar de negocios. - Fijé mi mirada en él… nunca pensé que lo dijera sin rodeos, venia a por el premio gordo. - Hija no estas preparada para llevar la empresa familiar tú sola, aunque eres mayor de edad y única heredera, eso te convierte en propietaria de todo lo que pertenecía a tu padre, pero… si te soy sincero, te viene muy grande. - Me insultaba por el simple hecho de ser mujer. - Así que te propongo algo, como un buen negocio, conveniente para ambas partes. Mi hijo mayor Cris estaba prometido con Lady Catherine, pero estoy dispuesto a disolver ese ventajoso matrimonio de mi primogénito y heredero, si aceptas tú ser su esposa. Ambos saldréis ganando, la fortuna familiar se multiplicará, tendrás alguien que te ayude con los negocios y los lazos familiares serán más sólidos entre nosotros. ¿Qué me dices hija?
Estaba atónita por lo que acababa de oír, pero pude reaccionar a tiempo de verme envuelta en un matrimonio de conveniencia.
- Su propuesta es verdaderamente ventajosa, pero en estos momentos no tengo el estado de ánimo como para darle una respuesta adecuada, considero además que es demasiado pronto para hablar de festejos y bodas pues aun está fresca la tierra sobre la tumba de mi padre. Si no le importa quisiera pensarlo adecuadamente… mientras tanto me las apañaré con lo que mi padre buenamente me enseñó y con la ayuda de los asesores y administradores que puso a mi servició desde que enfermó gravemente. Muchas gracias tío John, me alegra saber que aun queda algo de familia que se preocupa por mi bienestar. - Le dediqué la sonrisa más falsa que en mi vida había hecho y me levanté de mi asiento. Nuevamente me dolió el tobillo. - Se quedará a almorzar ¿verdad? Mandaré que pongan un plato más para usted. - Su cara era una mueca de incredulidad.
- No, muchas gracias hija. Tengo que volver a casa, tu tía Madeleine me espera. Además no quiero ser mucha molestia, aun guardas luto por tu padre y no quiero ser inapropiado. Sólo vine a brindarte mi ayuda y espero que sepas hacer buen uso de ella, sería una pena que todo lo que tanto esfuerzo le costó conseguir a tu querido padre desapareciera de la noche a la mañana.
- Descuide tío. Déle recuerdos a mi tía y a mis primos de mi parte. - Salió rápidamente de la habitación. Nunca pensé que sentiría tanta vergüenza ajena.
Miré a mi nana, que esperaba mis órdenes, sentada junto a la puerta y sonreí… ella me devolvió la sonrisa, era evidente que un mismo pensamiento pasaba por nuestras mentes: el hombre que acababa de salir perdía el tiempo viniendo a esta casa, ésta y todas las futuras veces que volviese.
El resto del día fue como el resto de los siguientes 6 meses… nada. La soledad invadía la gran mansión. Las mañanas las pasaba sola en mi jardín pintando, bordando recogiendo flores… Almorzaba cada día con el administrador y el asesor financiero que mi padre contrató para ayudarme con los negocios, con ellos poco a poco empecé a construir mi futuro imperio, pues era el momento de sembrar para algún día cosechar mis propios beneficios. Por las tardes me dedicaba a leer el correo y salir ha hacer algunas compras, casualmente desde que mi padre murió la señorita Doyle era invitada a toda fiesta, cacerías, meriendas, almuerzos y cualquier tipo de festejo de la alta sociedad. No hace falta decir que rechazaba toda propuesta, pues aun debía comportarme todo lo decente que se esperaba de una señorita de buena cuna que guardaba luto por su difunto padre. Por las noches como buena chica me iba a la cama… pero en más de una ocasión quise salir como aquella vez. Pero nunca sobrepasé los límites de mi balcón, aunque desde allí espere muchas veces entrever a aquel caballero que me rescató una vez… pero sólo fueron fantasías de niña entupida.
AmaRiË
Noviembre 2008










Relato registrado como propiedad del autor: T. Fernández Ávila
Puede encontrar la obra registrada en SafeCreative bajo el nombre de: Ellos me Comeran
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